POETA OFICINISTA

Me gustan las caras duras
de los empleados de oficina,
esas zanjas amargas
que trazan sus rostros,
los ojos amarillentos
que no han visto la dicha;
sus hombros ceden ante el peso
de las metas y las comisiones.
Por favor califique mi servicio.
Envidio a esos agentes beige de cubículo,
porque desean poco, viven lo justo
y no conocen la felicidad.

Relámpagos sobre tu cama.

 

Relámpagos sobre tu cama.
Quisieras invocarme pero sabes que a esta hora recorro los pasillos a oscuras, evito roces, leo a los muertos y reescribo el día.

Retumban los engranajes del reloj en la habitación.
El perro de los vecinos ladra cada vez que cambio de página o pongo el café sobre la mesa.

Todo sigue inmóvil.

Daré punto final a esta línea para ir a tu encuentro.
No es mía la noche si este verso no me salva como tú lo haces.

 

 

2017: Nueva poesía contemporánea

“Y un día, finalmente, dejamos de aplaudir los 90s.”

Texto en la solapa: “2017 es una Dactología en papel, a cargo del poeta Sebastián Kirzner. Los países incorporados en este primer tomo, ocupan la mitad de todos los países de las tres Américas: Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay, Brasil, Paraguay, Perú, Honduras, Costa Rica, México, Colombia y Estados Unidos (…)

 

Esta antología del futuro brinda asilo poético a los versos de autores de 15 países nacidos entre 1977 y 1990. El libro reúne en más de 400 páginas, a 50 poetas del continente americano, ciudadanos de blogger, wordpress y otros ciberespacios.

Se trata de textos que sorprenden tanto como la gran cantidad de bitácoras dedicadas a las letras que existen en internet hoy en día; rinden cuenta de la agresividad del destierro, algunos retratos dolorosos de nuestras aporreadas naciones, un erotismo descarado (¿descarnado?), y los mapas en blanco del poeta-navegante. La dactología ofrece además, una traducción al español de los poemas escritos en inglés y portugués.

La obra editada por el sello Milena Caserola, se presentó en la Universidad de Caldas, el pasado miércoles 1 de febrero, con la participación de su editor, Matías Reck, y desde Argentina, del poeta y dactologador de la antología Sebastián Kirzner. Ambos compartieron su experiencia como impulsores de un sello editorial independiente que hasta la fecha cuenta con más de 100 publicaciones, y de un certamen pensado para las editoriales independientes y autores autoeditados llamado Feria del libro independiente y autogestivo (FLIA), realizada originalmente en Buenos Aires, pero imitada y difundida exitosamente en varias ciudades latinoamericanas, entre ellas Bogotá. También nos acompañó vía Skype, el poeta caleño John Alexander Castañeda Rodríguez (Jacko), coordinador del proyecto Las elecciones afectivas, capítulo Colombia.

 

Editorial Milena Caserola-Argentina, 2010

 

Leandro Loaiza
nunca ha estado aquí,
nunca lo estará.

Siempre he sido su bufón,
su reemplazo,
el que trata fielmente de imitarlo.

Cuando abro la boca
pienso en lo que él podría decir
y me aventuro sin temores.

Él a este cuerpo nunca se asoma
y empieza a no hacer falta.


***

 

Cada día recuerdo
que mi falsa libertad
son sólo cuatro muros
de débil bahareque y cal.
Con un lápiz dibujo
las puertas y ventanas
por donde quiero escapar.
También dibujo aldabas,
candados y cerrojos.
Abrazan mis tobillos
cadenas de grafito.

(Leandro Loaiza Largo
1987-Colombia)

 

LA TETA DE CAÑA

El Jeep había salido de Filadelfia Caldas rumbo a Manizales sin llenar el cupo, ya no recuerdo la hora porque esto que me pasó lo viví hace un par de años. Fui un tonto, debí escribirlo ese mismo día. En el vehículo caben dos personas adelante, a la derecha del conductor, y ocho más atrás. Desde hace algún tiempo, por ley, todos los pasajeros deben ir sentados, a quienes sorprenden con sobrecupo o llevando gente colgada, los multa la policía de tránsito, pero esto solo pasa si se dejan ver en los peajes o en los retenes. A fuerza de costumbre, el viaje en Jeep no me parece tan tortuoso, aunque me toque viajar con la cabeza inclinada para no golpearme con el esqueleto metálico del techo, he aprendido a sacarle provecho. Uno se da cuenta, por ejemplo, que muchas de las canciones populares o de cantina que a veces nos avergüenzan tanto, tienen mejor letra que los grandes hits de nuestros ídolos Pop; también, y esto es inevitable, se escuchan las conversaciones de la gente, porque cualquier parloteo en un jeepeto es un pronunciamiento público y así es muy difícil no enterarse de los asuntos de los demás.

Hacía 20 minutos habíamos salido del municipio cuando el hombre, la mujer y su bebé se subieron al vehículo. El día estaba frío, de eso sí me acuerdo, tal vez era muy temprano. A mi lado se sentó la joven madre con su hijo de brazos envuelto en un poncho, como en la canción. El  hombre, que debía ser el padre del niño, de unos 15 o 16 años, con ropa de trabajo y botas pantaneras, se fue pegado, un pie en la parrilla, otro en la llanta de repuesto. La madre saludó apenada con unos buenos días; adolescente también, de cabello castaño rubio, ojos verdes, cansados, tez nicotina y pómulos marcados. El jeep arrancó, cuando el aire helado empezó a circular de nuevo entre los pasajeros, el recién nacido, apenas cubierto por aquel trapo, rompió en llanto. Todos miramos a la mujer, que lo apretaba contra su pecho. Frente a mí, venía un viejo con su nieto. Este otro niño más afortunado, de unos 4 años, vestía jean, chaqueta y bufanda, y su abuelo llevaba en la mano una cobija antialérgica. El hombre mayor no se detuvo mucho a contemplar aquella imagen de la muchachita flaca meciendo a su bebé para que dejara de llorar, y le ofreció la cobija de su nieto. La joven, agradecida, y de nuevo apenada, recibió la manta, envolvió bien a su criatura y dijo algunas palabras al abuelo. Yo estaba tan cerca de ella que pude sentir su aliento, el aliento de la penuria, del estómago vacío, el mismo aliento de algunos de mis estudiantes de cuarto de primaria en aquella vereda, el aliento del hombre que me leyó sus versos en un taller de poesía en la cárcel, el aliento amargo de la vida dura. Definitivamente el pequeño no lloraba de frío, por más que la madre lo zarandeaba no se calmaba, fue en ese momento cuando ella, mirándonos a todos con un poco de vergüenza y tratando de darnos alguna explicación nos dijo: debe tener hambre. Al ver la escena traté de imaginar la vida, que sino la tragedia de estos personajes, si habrían terminado la primaria, con cuánto dinero sobrevivían, su cuarto, el colchón, el chifonier de mimbre, los pañales de tela, la perra Pinina y el fogón de leña.

El bebé seguía inconsolable, el Jeep avanzaba montaña arriba y en el radio algún despechado maldecía a la ingrata que se fue. Mi amor, dijo la mujer al hombre de 16 en la parrilla, páseme el tetero. Fue cuando un brazo de alambre corrió la carpa y asomó a tientas la botella que calmaría el llanto y el hambre del niño: un teterado de agua de panela. Todos los demás pasajeros miramos con desconsuelo aquel jugo negro de caña que por dulce destruye los dientes de leche, muy pronto dientes de cachaza. El bebé al fin se calmó y bebió la botella de plástico.

Llegando al municipio de Neira la joven pareja descendió del vehículo, la madre quiso devolver la cobija al viejo, pero éste no la recibió, mija, se la regalo, dijo sonriente. Mientras se alejaba el Jeep, la familia se internó por un camino de trocha, él, llevando un costal y ella, cargando a su pequeño.

11:33 p.m.

 

Mañana taller de poesía en la cárcel de varones,
cédula y otro documento para dejar en portería,
objetos de metal, dinero y celular en el casillero,
libros y hojas en blanco bajo el brazo,
marcador en el bolsillo,
sello de tinta indeleble
allí donde otros se abren las venas,
cotejo de huellas dactilares,
saludo al perro antinarcóticos,
una, dos, tres puertas de acero,
detector de hebillas, llaves y puñales,
reverencia a la guardia,
salones idénticos a los del liceo,
un cartelito que prohíbe el sueño y el hurto,
treinta y un hombres
entre jóvenes y adultos según mi planilla.
Buen día muchachos,
hoy vengo a hablarles del lenguaje poético.

Fotografía: Paula Walker http://www.flickr.com/photos/lata

Poca tinta. Antología de ciberpoesía

Poca tinta. Antología de ciberpoesía. Editorial Universidad de Caldas 2012

Presentación de Poca tinta en la Universidad de Caldas. Juan Carlos Acevedo Ramos (Prologuista), Carlos Augusto Jaramillo Parra (Editor), Leandro Loaiza Largo (Compilador).

Poca tinta. Antología de ciberpoesía. Editorial Universidad de Caldas 2012

Presentación de Poca tinta en Manizales, Universidad de Caldas, 11 de abril de 2012. Lorena Madrid García, Carolina Fernanda Gärtner Restrepo, Sandra Marcela Gómez Chica, Mariela Mahecha Buriticá, Leandro Loaiza Largo, Mónica Andrea Valencia Echeverri, Juanita Hincapié Mejía, Carlos Andrés Colorado Franco, María Paz Gómez Gaviria, Alexander Aguirre Arcila, Camilo Ramírez Meza, Sergio Blandón Quintero, Alexander Ramírez Loaiza, Ibán de Jesús Alarcón Marín.

Presentación de Poca tinta en Envigado, La venta de Dulcinea, 21 de abril de 2012. Sore Snid, Lukas Gutiérrez Montoya, Leonardo Urrea Madrigal, Steven Ríos, Juan Felipe López Giraldo, José Alexander Estrada, Leandro Loaiza Largo, Walther Espinal, Ricardo Contreras Suárez.

Presentación de Poca Tinta en Filadelfia, Encuentro de Escritores Caldenses, Teatro José Macías, 27 de abril de 2012. Jose Duván Castaño Cano, Sandra Marcela Gómez Chica, Leandro Loaiza Largo, Juan Felipe López Giraldo.

Adquiera la antología en la Librería de la Universidad de Caldas (ubicada en el primer piso de la sede Palogrande) Carrera 23 No 58-65 / Teléfono 886 27 20. Ext. 21150 Valor: $ 20.000

Presentación de Poca tinta. Antología de ciberpoesía.

Manizales. Miércoles 11 de abril a las 6:00 p.m. en la sala Humberto Gallego Gamboa de la Universidad de Caldas.

La antología Poca tinta es una muestra nacional de poesía escrita por jóvenes autores que publican sus textos en internet. Esta iniciativa, apoyada por la Producción Editorial de la Universidad de Caldas, reúne textos de 44 poetas colombianos y difunde una amplia lista de páginas web en las que se pueden leer sus trabajos.

La presentación de la antología se llevará a cabo durante la celebración del día del idioma y del libro, el miércoles 11 de abril a las 6:00 p.m. en la sala Humberto Gallego Gamboa de la Universidad de Caldas, con la participación de los autores residentes en Manizales e invitados de otras ciudades, quienes realizarán un recital y compartirán su quehacer poético con el público universitario y demás asistentes.

Poca tinta. Antología de ciberpoesía.
Editorial Universidad de Caldas 2012
Compilador: Leandro Loaiza Largo

Autores: Paula Walker, Felipe Agudelo Hernández, Lukas Gutiérrez Montoya, Sergio Blandón Quintero, Henry Alexander Gómez, Mónica Andrea Valencia Echeverri, Leonardo Urrea Madrigal, Yenny León, Ibán de Jesús Alarcón Marín, Walther Espinal, Diana Toro Ángel, Mary Luz Montoya Sáenz, Steven Ríos, María Paz Gómez Gaviria, Sore Snid, Diana Lucía Rentería Cruz, José Alexander Estrada, Juan Manuel Becerra Valencia, Juan David Ochoa Aguirre, Juan Felipe López Giraldo, Carlos Andrés Colorado Franco, Jorge Valbuena, Daniel Padilla Serrato, Juanita Hincapié Mejía, Alexander Aguirre Arcila, Lorena Madrid García, Leandro Loaiza Largo, María Camila Narváez, Jenny Bernal, Mariela Mahecha Buritica, Carolina Fernanda Gärtner Restrepo, Hellman Pardo, Juan Sebastián Murillas Salgado, Sandra Viviana Romero Obando, Carolina Villa Londoño, Felipe Sánchez Hincapié, Camilo Ramírez Meza, Johanna Marcela Rozo Enciso, John Alexander Castañeda Rodríguez, Alexander Ramírez Loaiza, Sandra Marcela Gómez Chica, Alexander Muñoz Garzón, Ricardo Contreras Suárez, Jacobo Márchal Dömine.

HASTA DONDE SE ALCANZA A VER

 

Tenía siempre el mismo sueño de chico, apretaba los puños, retenía el aire, me concentraba en un punto a varios metros y levitaba como los superhéroes.

Cuando tuve mi primera bicicleta me pasaba igual, zanjaba la cancha de arena levantando el polvo como la estela que deja un propulsor.

Más tarde, tendido en un potrero, yo era el dueño de la bóveda azul, podía escuchar cómo milímetro a milímetro me devorado el pasto.

A todos nos pasó igual.

No íbamos a ser humanos, ahora que tenemos vedado el cielo, lo sabemos.

 

CONSIDERACIONES

 

Escribiré mi obra en primera persona,
sabrán perdonarme aquellos que tienen razones auténticas para sufrir.
Leeré solo a los autores que se me parecen,
imbéciles que tratan de tapar el mundo con un poema;
seré todos y ninguno.

 

MI VECINA

Mi vecina del piso de arriba no duerme.
Corre los muebles
y encera los pisos de madera a la 1:50 a.m.
Debe ser obsesivo-compulsiva.
Pone una emisora
y canta música de Tormenta.
Histriónica.
Colecciona gatos, una docena.
Esquizofrénica.
Nunca sale de su casa.
Asocial.
No le abre a la policía.
Delincuente.
Tiene un marido silencioso como un conejo,
le grita y él no contesta.
Histérica.
Parece que calzara unos coturnos
para caminar de noche.
Cínica.
Tiene que estar muy descompuesta
para seguir despierta a estas horas.